26 de septiembre de 2008

Capítulo 10. Tormentas.

- Esta comprobado que después de la tormenta viene la calma.

Mi psiquiátra siempre me arenga con refranes y frases hechas, es un tipo casi original, cercano a todos los lugares comunes pero sin enfangarse especialmente en la rutina de las palabras. Tiene un cuadro de Van Gogh, una reproducción notable, y siempre que puede vuelve su mirada hacia él, es casi un artista en hacerte creer que te escucha; creo que por haber llegado a la conclusión de que la mayor parte del tiempo me ignora su terapia nunca surtirá efecto en mi y siempre seré el mismo tipo extraño que garabatea los periodicos en vez de leerlos.

En realidad, él no sabe mucho más de lo que le cuento, no intuye nada en mi más allá de mis relatos y ni siquiera creo que tenga claro un diagnóstico o incluso si verdaderamente no me considerará una persona perfectamente normal, pero yo que si se la verdad sobre mis acciones entiendo que pueda pasarle inadvertida mi falta total de moral, la máxima justicia, la forma en que los pensamientos palidecen frente a los actos cuando todas tus fuerzas se centran en no tomar partido por ninguna creencia, doctrina e incluso nacionalidad.

El abolir completamente de mi vida cualquier atisbo de apadrinamiento me ha hecho justo, como yo quería, sin pensar siquiera un momento en la calidad de mis acciones. Esta inhibición, el posicionamiento neutro frente a la vida me proporciona la energía necesaria para afrontar un mundo que juzga sin parar y que condena sin piedad.

Si mi psiquiátra intuyese mi condición me dejaría marchar y yo perdería el contacto con su despacho, con su Van Gogh, con su título enmarcado en alguna madera nobilísima, sus impasibles consejos que desoigo; perdería así mi única rutina corpórea y me vería sumido en la soledad más absoluta. Y es que cualquier barco, hasta el mejor equipado, necesita al menos un ancla si no quiere vagar a la deriva eternamente.

1 comentario:

Diavolace dijo...

Muy bueno e inspirador, y me da mucha envidia, quiero volver a escribir.